Algunos consideran que las palabras son solo palabras. Otros creen que el lenguaje es la representación del pensamiento y por ende de la realidad. Nuestra realidad. Banalizar el lenguaje y añadir extranjerismos es totalmente incompatible con pintar la realidad para los demás. Sin entrar en las turbulentas aguas del solipsismo, intento dar sentido a determinados hechos demasiado extendidos.
En este juego de confusiones y malos entendidos te das cuenta de que el uso indiscriminado de los sufijos afecta más de lo que podríamos imaginar. El maltrato atávico al salmonete en la cocina española no es más que un ejemplo claro del efecto que tiene el uso del lenguaje en la realidad. Todos sabemos que el salmonete está en el mismo plano perceptivo que el amigo graciosete o el cuñado regordete.
Por suerte siempre hay algunos valientes que deciden ir en contra de la corriente y hacen caso omiso a las percepciones incrustadas en nuestro parecer colectivo y ofrecen algo nunca visto. Rompen la barrera del solipsismo, se cuelan en el cajón de los prejuicios y lo agitan todo para agradarnos con un tratamiento excelente que nos lleva a no querer volver a sentir lo que teníamos en el recuerdo. El nefasto recuerdo de aquellos salmonetes sobrecocidos en infinidad de ocasiones.
Todo esto me hace replantearme que hubiese sido de este pez si lo hubiésemos llamado chivo colorado.
Casa Gerardo. Salmonete y soja. Enero 2015.