Por capricho humano, el cierre de las esclusas deja a determinados campos de cultivo secos de una temporada a otra. Esta circunstancia no es exclusiva de la gestión de los recursos hídricos ya que sucede en numerosos ámbitos. Como la restricción del calado en las acequias que condiciona la futura cosecha, la buena gestión de los medios de comunicación hace que la reputación de ciertos restaurantes les lleve a triunfar incluso antes de su apertura y a otros que pasen de ser un fenómeno local a algo global.
La gastronomía goza de una excelente salud. Aunque otros lo llamaríamos empacho. Por el acceso cuasi-universal de la información se suceden situaciones desaconsejables en este panorama en auge. Por un lado, el privilegiado tratamiento de algunas aperturas hace que la masa de clientes en el momento inicial y más complicado sea suficiente para mantener el negocio. Al poco tiempo pasan a un tercer plano en el olvido colectivo. Estamos ante una trama clientelar que distorsiona la realidad, merced al músculo financiero del proyecto. En contra de la lógica mercantilista esto no beneficia al mercado ya que perseveran restaurantes sustentados en entelequias. Por otro lado, el uso voluble de la opinión pública hace que negocios consolidados dejen de ser monopolio de unos pocos locales para ser sometidos a las penurias de la masificación: esperas, disminución de la calidad, homogeneización de trato…
Es cierto que saber escoger un buen canal de comunicación y trasmitir una información es excesivamente importante en nuestro mundo. Pero no debemos olvidar que las acequias son una invención humana para combatir la sequía y que el cauce natural de los ríos habría condenado irremediablemente a la sequía perpetua a zonas donde hoy crecen tomates insípidos.
Reinosa en el Hotel Landa. Burgos, febrero de 2016.