Entrar en el cine sin palomitas nos parece una aberración. Por eso casi todos los cines cuentan con una tienda de palomitas. El olor a mantequilla y el ruido de las butacas no son dos cosas que nacieran juntas. Las palomitas en el cine surgieron durante la Gran Depresión como un negocio auxiliar muy rentable debido a la sobreabundancia de maíz en un Estados Unidos en depresión. Este negocio secundario es prescindible pero no así la propia película. A nadie se le ocurriría pensar en ir al cine a no ver una película. Este razonamiento que parece obvio no lo aplicamos siempre.
En otras decisiones nos encanta ser paradójicos. Nos gusta tomar productos sin las partes que les son propias como: el café descafeinado, la Coca-Cola sin azúcar, los yogures desnatados o el vino sin alcohol. Esto simplemente es así porque nos han dado la opción. No hay más. Si no se le hubiese ocurrido a alguien crear productos adaptados a otras necesidades, no estaríamos ante esta paradoja. A veces se nos olvida que existen productos sustitutivos sin mutaciones que cubren la misma necesidad.
Esta moda impensable hace años nos ofrece situaciones cómicas: natillas 0% materia grasa, beicon de pavo o cerveza sin alcohol con limón. Acudimos a productos mutados porque hemos difuminado nuestras preferencias y nos han metido en una borrasca comercial de opciones desnaturalizadas. Estas variaciones pasan por procesos que desconocemos para que el resultado sea amable al gusto y siempre será diferente al gusto original. Al final todo esto da igual porque hemos comprado el mensaje comercial que nos afirma que sabe igual, que es más saludable y que cubre la misma necesidad.
Actualmente estamos más interesados en lo que no tomamos que en lo que tomamos. Vamos a comprar lácteos y buscamos entre las etiquetas los ceros por ciento sin saber que hay detrás del los cientos por ciento. Esta paradoja de la modernidad no hace más que crecer. Próximamente tendremos libros sin letras y gin-tonics sin ginebra. Perdone, esto último ya existe.
Café solo en Toma Café. Madrid, marzo de 2015.