Leía que con la boca solo se pueden hacer tres cosas: hablar, comer y besar. Las tres facetas del hombre: espiritual, material y anímica. Difícilmente dominables y a cuál más peliaguda. También me venían a la cabeza las concepciones hinduistas sobre la divinidad humana en el aliento. La importancia del orificio era indudable. Nos desconcertaba desde tiempos remotos y a mí me fascinaban esos labios rojos. Nos habían convencido de que todo partía de ahí. Manifestábamos nuestro espíritu. Eso, si éramos capaces de concretar nuestros pensamientos. A pesar de los pretéritos intentos de agresión a lo profano, disfrutábamos de lo material por la boca. Por último, y si nos quedaban ganas, nos elevábamos mediante los besos que dábamos. La boca no era un asunto menor.
Habíamos sacralizado determinadas partes de nuestro cuerpo dejando de lado otras, igual de íntimas pero habitualmente expuestas. Contra este pensamiento atávico me revelo y pienso en el injusto trato a las manos. La intimidad honesta que revelan. Lo que se siente cuando te dan la mano o cuando acaricias a alguien. Sentimientos que estaban a medio camino entre lo espiritual y lo anímico, la concreción de dos planos. Por eso, un apretón sincero de manos era más revelador que un beso mal dado. La versatilidad era incuestionable con todo lo que transmitía una palmadita en la espalda.
En la gastronomía existían productos encumbrados por sus características propias. Otros apartados no los habíamos valorado bien. La poca importancia que se le ha dado a la patata se refleja: en su pésimo cuidado, en el desconocimiento de las variedades y en la aceptación de cualquier forma de elaboración. La versatilidad del tubérculo no reconocida. En la cocina también faltaba esa sensibilidad necesaria para equilibrar los presupuestos de partida.
Las injusticias comparativas que catapultan tratos futuros me llevan a ser cauteloso en ciertos gestos. Y a mi mismo me impongo el lema de: dar la mano con cuidado y besar con alegría.
Patatas a la importancia en Viavélez. En Madrid, enero de 2016.