Lo importante en esta vida es la actitud. La actitud hacia las personas. También el afrontar los hechos de la mejor manera posible. Tener una dirección hacia un fin. Lo del fin es harina de otro costal. ¡A la mierda tu motivación biológica! Tienes que castrar eso que eres para que todos estén tranquilos. Si te dan por perdido pero te quieren, lo atribuirán a la imposibilidad de domarte: a ti o a tu actitud. Si no consigues la aprobación popular, oirás: es su forma de ser. Entonces en ese punto de no retorno solo te queda mirar hacia otro lado, al que pocos miran. El lado donde están las aptitudes. Ellas clasifican el sistema en valiosos e inútiles. De ese sistema no queremos oír hablar porque nos lleva a darnos cuenta de que vivimos condicionados a una infelicidad perpetua. Vivimos afectados por las malas decisiones de personas con escasas aptitudes. Por eso a nadie le interesa el intelecto. Preferimos torpes con actitud. Ahora el mundo ya no es bipolar porque hay cuatro grupos. Ahora ya estamos más tranquilos, tenemos un paraguas, y podemos salvar a los que tienen buena actitud pero sin aptitudes, ya no se nos mojará el pelo aunque vayamos pisando los charcos.
Urgentemente se buscan vinos con aptitudes, de esos que escasean, porque vinos con buenas actitudes y sin aptitudes hay de sobra. No necesitamos pruebas empíricas solo, disfrute subjetivo. A lo mejor la aptitud del vino puede que cambie con la compañía o tal vez lo que cambie sea nuestra predisposición.
No olvidemos que: alergia y alegría son anagramas; mientras que las actitudes y las aptitudes son dos cosas distintas.
La Buena Pinta de Juan Antonio Ponce en TriCiClo. En Madrid, abril de 2017.